sábado, 5 de diciembre de 2009

Casa de los Escritores del Uruguay


"Bienvenidos a la Casa que no existe, bienvenidos a Utopía, que es el lugar natural de la literatura".
Palabras de Carlos Liscano el día de la inauguración de la Casa, 15 de junio de 2003

La Casa es un centro de cultura que organiza y auspicia actividades de creación, difusión y enriquecimiento de las artes y del pensamiento y la promoción del libro uruguayo y su lectura.

La Fundación Felisberto Hernández se complace en informar que integra esta Casa, como lo hubiera hecho el propio Felisberto.

Sede: Centro Cultural
Mercado de la Abundancia
San José 1312 - Primer piso
Montevideo
www.casaescritores.org
info@casaescritores.org
casadelosescritores@adinet.com.uy

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sobre las nuevas publicaciones

El Suplemento RadaR de Página 12 (Buenos Aires) publicó este artículo el pasado domingo 29 de noviembre.

Alguien encendió las lámparas

Sin aniversario a la vista, el 2009 ha traído excelentes noticias para los lectores del mítico escritor uruguayo y autor de Nadie encendía las lámparas: Las Hortensias y otros relatos y Cuentos reunidos, dos excelentes antologías que recopilan buena parte de sus cuentos. De yapa se recuerda aquí su presencia en la reciente novela de Alicia Dujovne Ortiz.

Por Juan Pablo Bertazza

Cuentos reunidos
Felisberto Hernández
Eterna Cadencia
348 páginas

Las Hortensias y otros relatos
Felisberto Hernández
El Cuenco de Plata
220 páginas

Durante este año no se dieron efemérides exactas que lo tuvieran a Felisberto Hernández como protagonista. Ni centenario de su nacimiento (ya sucedió en 2002) ni cincuenta años de su muerte (se cumplirá en 2014). Apenas sesenta años desde la publicación de una de sus muchas obras maestras, la nouvelle Las hortensias, un dato que acaso no alcanza a satisfacer las excusas para un homenaje o una celebración. Sin embargo, a lo largo de este 2009, aparecieron dos libros que, de alguna manera calma, sigilosa y sutil, lo volvieron un año felisbertiano. La suma de Las Hortensias y otros relatos (El Cuenco de Plata) y Cuentos reunidos (Eterna Cadencia), da como resultado un panorama completísimo sobre la obra de este escritor que hoy es considerado, casi unánimemente, como el mayor exponente de la literatura uruguaya junto a Juan Carlos Onetti. Pero las cosas se complican porque Felisberto Hernández no es un escritor del que resulte fácil seleccionar sus mejores textos: además de publicar muchos libros –Fulano de tal, Libro sin tapas, La envenenada, El caballo perdido y su emblemático Nadie encendía las lámparas–, casi todos tienen un nivel muy parejo.
Además de poner al alcance del público esa nouvelle hasta ahora inhallable en que Felisberto Hernández da rienda suelta a sus mayores manías, contando las obsesiones de un hombre por una serie de muñecas con las que incluso llega a engañar a su mujer, Las Hortensias y otros relatos cuenta con un prólogo exquisito de Julio Cortázar en el que se detiene en esas coincidencias mágicas que tanto gustaban a Felisberto, como por ejemplo, unos días de 1939 en que ambos estuvieron en Chivilcoy pero nunca llegaron a conocerse. Los otros relatos incluidos en este volumen responden, como muy apropiadamente explica Edgardo Russo, a un criterio “tonal”. Alimentada por Nadie encendía las lámparas, pero incluyendo también algunas joyas extrañas como “Lucrecia” (cuento póstumo ambientado en la Italia renacentista), esta antología da cuenta de que la música no sólo era la otra forma de vida de este escritor también pianista, sino un verdadero leitmotiv de sus creaciones: los sonidos, los ruidos y también los silencios constituyen en la literatura de Felisberto Hernández un terreno terriblemente plástico y multiforme en el que se van gestando las mismas acciones de los personajes. Otras obsesiones aparecen también en esta antología como la necesidad de sus personajes de entrar en casas desconocidas –los magníficos cuentos “El balcón” y “El acomodador” (en que un hombre descubre que sus ojos, como sucede con los gatos, pueden ver en la oscuridad) son algunos ejemplos– y la facilidad del autor para caracterizar objetos en términos humanos (“puertas en ropa interior”). Todos estos cuentos tienen en común también la facilidad para crear atmósferas eróticas que mucho tienen de antierotismo. En cuentos como “El balcón”, “El árbol de mamá”, “Ursula” y “Mi primera maestra”, el erotismo siempre está destinado a fracasar ya sea por la falta de reciprocidad, ya sea por el desprecio y la torpeza de los enamorados que ven a sus mujeres como vacas o caballos. Si durante muchos años se dijo que el erotismo de Felisberto Hernández era ingenuo, hoy queda claro que su innato talento consiste en narrar con gran sutileza el amor entre torpes: “Tan pronto angustiosamente tímido como sorpresivamente violento, o audazmente atrevido. Pero constantemente torpe”, dice de sí mismo el protagonista de “Por los tiempos de Clemente Colling”, magnífico relato autobiográfico sobre el misterioso primer maestro de música que encabeza el volumen Cuentos reunidos, una antología tal vez más organizada a nivel temático, ya que va trazando un itinerario desde los relatos que hacen hincapié en los procesos de la memoria y recuerdos (otra de las sanas costumbres de Felisberto) hasta los cuentos donde se vislumbran las máximas invenciones de Felisberto como Menos Julia, La casa inundada y El cocodrilo. Pero este volumen con letra grande y prólogo esclarecedor de Elvio E. Gandolfo no clausura este año felisbertiano. Tras cartón, no podría dejar de mencionarse la publicación de La muñeca rusa, la excelente novela de Alicia Dujovne Ortiz que hace foco en la increíble historia de amor y engaño entre Felisberto Hernández y Africa Las Heras, una espía soviética, agente de la KGB a la que le solicitaron casarse con Felisberto Hernández porque nadie iba a sospechar que se convirtiera en la mujer de un declarado anticomunista. Justamente, a esa mujer Felisberto le dedica el relato “Las hortensias”, de donde Alicia Dujovne Ortiz extrae varias frases para probar que si bien Felisberto nunca se enteró de la misión de su mujer, su propia literatura, a través de esas constantes extrañas coincidencias, acaso lo percibió: “Era como un hilo enredado que interceptara los avisos de otros destinos y recibiera presagios equivocados”.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/libros/10-3619-2009-12-02.html

martes, 24 de noviembre de 2009

Danza española

Yo tendré un puño negro.

Yo seré fino, acerado y terrible.

Yo seré un puñal español.

Tu danzarás lentamente.

Tu llevarás las manos en las caderas.

Tu me llevarás entre los dientes.

Tu me apretarás en tu mano nerviosa.

Tu me guardarás en tu pecho caliente.

Tu amarás mucho a tu extraño amigo.

Yo recibiré en mi filo el fluido de tus nervios.

Yo lo acumularé todo en mi puño negro.

Yo soltaré de mi, corrientes de presagio.

Yo tendré un puño negro.

Yo seré fino, acerado y terrible.

Yo seré un puñal español.



Felisberto Hernández

Primeras invenciones. Arca, 1969, p. 153



Para Carina Pons, Pilar Lafuente

y Glòria Masdeu de la Agencia Balcells


martes, 17 de noviembre de 2009

Las dos hermanas

Búsqueda entrevistó a las dos hijas de Felisberto: Mabel y Ana María

jueves, 12 de noviembre de 2009

El Champollion de Felisberto

La diaria de Montevideo publicó un artículo referido a la taquigrafía de Felisberto:

viernes, 6 de noviembre de 2009

De un gran librero y mejor amigo

Felisberto escribía El túnel a comienzos de la década del 40 cuando se enteró de que la novela que escribía Ernesto Sábato llevaría el mismo nombre. Hernández decidió entonces que su cuento se llamaría Menos Julia. Sábato supo de su gesto y le mandó, dedicada, la primera edición de su novela, editada por Sur en 1943.

Felisberto, que compartía con su hija Mabel su maravilloso mundo literario, le obsequia el libro al poco tiempo. En ese entonces Mabel era profesora de secundaria y le presta el libro a un colega, admirador de padre e hija. Mabel no vuelve a ver el libro ni al colega. En la década del noventa, en una visita a Montevideo desde México, donde vive y trabaja, ella me cuenta esta historia y me propone rescatar aquel préstamo. Recuerda con pelos y señales al profesor en cuestión. Pese a lo chico y endogámico de esta ciudad la búsqueda resultó infructuosa. Encontrar al susodicho no necesariamente significaba encontrar el libro, pero pese a las muchas llamadas y espineles literarios tendidos, el hombre no aparecía.


Todo vuelve


Jorge Artola, librero de fuste y gran luchador (hace 25 años comenzó vendiendo sus libros en una mesa en el parque Villa Biarritz) recientemente ha trasladado su librería “Patio Biarritz”, referente de los últimos 16 años en Pocitos, a la zona del Parque Rodó y la nombró “Diomedes”. Con él llevó a sus fieles clientes a Juan Paullier.

La semana pasada llegó por azar una persona a preguntarle si compraba bibliotecas.

Ésta que le ofrecían estaba algo deteriorada, los libros habían padecido desde agua hasta un final poco feliz en manos de un propietario que había perdido la razón.

Jorge la compró. Allí estaba El túnel dedicado. Una valiosísima, y costosa, pieza bibliográfica.

Artola sabía la historia y llamó a la Fundación: "tengo algo para vos", me dijo. Sin más, en un gesto de grandeza muy de él, se lo obsequió a la Fundación.


Gracias Jorge, además del objeto invalorable recobramos la confianza en el género humano.

Diomedes: 410 8322

Walter Diconca

martes, 3 de noviembre de 2009

Liceo Nº 59 - Felisberto Hernández

Historia de una designación

Desde el año 2002, el Liceo Nº 59 esperaba ser designado con el nombre "Felisberto Hernández".
El 8 de mayo de ese año, el senador Yamandú Fau, a instancias del escritor uruguayo residente en Francia, Gabriel Saad, presentaba un proyecto de ley para que el Liceo fuera denominado con el nombre del escritor. El momento era oportuno: se cumplía el centenario del nacimi
ento de Hernández.
Tras pasar por la Comisión de Educación y Cultura, el proyecto es aprobado por
unanimidad en Senadores el 18 de mayo de 2003. De allí pasa a Diputados y se estanca...
No sabremos más de él hasta noviembre de 2008, en que de la mano de la senadora Margarita Percovich, vuelve al recinto y es aprobado. Finalmente, Diputados lo sanciona como ley
el 14 de octubre de 2009 y el Poder Ejecutivo la promulga hace pocos días, el 23 de octubre.

Para ver el trámite parlamentario pulse en la imagen

Felisberto leído por Pacho


El psiquiatra y escritor Mario "Pacho" O'Donnell escoge a Felisberto Hernández para leer en el blog "Un millón de amigos" de Patricia Kolesnicova. Lee Mi primera maestra.

O visita el blog: http://weblogs.clarin.com/revistaenie-unmillondeamigos/archives/2009/09/para_escuchar_felisberto_hernandez_por_pacho_odonnell.html

Felisbertopacho by Kolesnicova

viernes, 30 de octubre de 2009

Abriendo regalos

Anoche se llevó a cabo el Concierto-conferencia que anunciamos en la invitación de la entrada anterior. Transcribimos la presentación del presidente de la Fundación Felisberto Hernández, Walter Diconca:

Muy buenas noches a todos y muchas gracias por su presencia, especialmente a los que vinieron del exterior, entre ellos Mabel, la hija mayor de Felisberto.

Queremos agradecer a Ruben Forni y a Fernando Medina de la Librería Más Puro Verso por la invitación a este lugar de arquitectura excepcional, símbolo de la preservación del legado patrimonial de la ciudad. La restauración de este edificio rescata la memoria edilicia y es en este lugar que venimos a rescatar también otra memoria la de la obra de Felisberto Hernández. Es éste además un lugar geográfico de alto contenido cultural. Aquí, a pocos metros, en la calle Bacacay, tuvo su sede Amigos del Arte institución donde el poeta, Jules Supervielle, presentara elogiosamente a Felisberto, como más tarde lo hiciera en La Sorbonne. Aquí a la vuelta, en esta misma manzana, nació otro gran poeta franco-uruguayo Jules Laforgue y aunque no hay ni una placa en el lugar que fuera su casa, sigue siendo un orgullo para Uruguay. A pocas cuadras, en la calle San José, vivió la poetisa Susana Soca, mecenas de la cultura uruguaya y especial amiga de Felisberto. Pero hay otra presencia muy significativa y está exactamente al lado; es el Museo Joaquín Torres García que contiene las obras del maestro del que Felisberto fuera amigo personal. Como recordarán en 1935 Felisberto, como miembro de la Asociación de Arte Constructivo del Uruguay colaboró en la edición de la obra Estructura y a su vez Torres García figura como uno de los 13 amigos que hicieron posible que Por los tiempos de Clemente Colling viera la luz en 1942.

En este 107 aniversario del nacimiento de Felisberto, me toca en suerte, abrir los regalos.

En primer término, hace poco en las vidrieras de Montevideo se ha vuelto a ver un título que había desaparecido de circulación, la nouvelle Las Hortensias. Rescatamos así, uno de los cuentos preferidos del autor.

Segundo obsequio : la Fundación da la bienvenida y se incorpora a un valioso proyecto para la ciudad de Montevideo. Éric Sarner, escritor francés que ha elegido esta ciudad para radicarse, nos trae la idea de que Montevideo se convierta en Ciudad refugio para escritores de todo el mundo perseguidos por sus ideas políticas, religiosas o de cualquier otra índole. Sarner representa a ICORN, por sus siglas en inglés, que tiene su sede en Noruega pero que ha creado ya muchas ciudades refugio en el mundo. Montevideo sería la primer ciudad de América del Sur en tener este honor.

Merci et bienvenue Éric, dorénavant Montevideo sera aussi chez toi.

Si alguien de ustedes quisiera más detalles Éric se encuentra entre nosotros.

Tercero. Durante seis años estuvimos esperando la designación parlamentaria del liceo Nº 59 con el nombre Felisberto Hernández, finalmente sancionada el 14 de octubre y promulgada por el poder ejecutivo hace seis días. Este Liceo está ubicado en el Prado, en la calle María Orticochea, en el complejo educativo Clemente Estable, a pocas cuadras de la calle Mariscal Pétain donde vivió Felisberto. Barrio por demás querido y descrito en sus narraciones. Originalmente fue una propuesta del Profesor Gabriel Saad desde Francia, para el centenario del nacimiento de Hernández. Como la designación del liceo no se hiciera en la legislatura anterior, en ésta, volvió a ser presentada por la senadora Margarita Percovich, conocida por su compromiso con la cultura. Luego, en diputados fue el profesor Julio Battistoni quien lo tomó como un desafío personal hasta que logró que en sesión extraordinaria fuera aprobada.

Nuestro mayor agradecimiento a ambos.

Por último, pero no menor, quiero contarles una historia digna de Felisberto. Como ustedes saben él aprendió taquigrafía como autodidacta, con el método Aimé Paris. Esto lo sabemos por un gran taquígrafo del Parlamento que fue Avenir Rosell quien luego, en pocas veces, le enseñó el sistema Stenital. Cuenta Rosell cómo Felisberto inmediatamente lo adoptó y adaptó a sus requerimientos dándole un carácter personal que lo hizo inaccesible para otros taquígrafos que no tenían su clave. Entre los papeles personales que logramos estudiar había una cronología escrita en taquigrafía, de la que sólo identificábamos las fechas. Pensamos que cotejándola con su autobiografía literaria, también cronológica, podíamos aproximarnos a su desciframiento.

Para esto la Fundación solicitó la colaboración de la ministra de Educación, que nos ayudara a conseguir un criptógrafo oficial, de otra manera inaccesible para nosotros. La ingeniera María Simon nos propuso hablar con el ingeniero Juan Grompone. Como ustedes saben Grompone, además es escritor, dirige una empresa de software y es miembro de número de la Academia Nacional de Letras. El ingeniero nos atendió con gran deferencia y en pocas semanas había aprendido taquigrafía, estudiado los textos que le proporcionamos y finalmente en cuestión de días descifrado el galimatías. Y cito a Avenir Rosell : “…pero con el andar del tiempo, cuando Felisberto Hernández venga a ser un primitivo de la narrativa uruguaya de nuestra época, no faltará un Champollion que aflore la pura linfa de su intelecto depositada en el terreno taquigráfico”.

Nuestro agradecimiento a la ministra y al ingeniero.

Para aquellos que quieran profundizar en cualquiera de estos temas les sugerimos visitar nuestra página en internet www.felisberto.org.uy

Y ahora sí, los dejo con el pianista que más ha estudiado la obra musical de Felisberto, su nieto, el profesor Sergio Elena.


martes, 27 de octubre de 2009

Felisberto Hernández - 100 + 7


Se puede visitar la exposición de primeras ediciones y fotografías de FH en la Librería Más Puro Verso, durante todo el mes de noviembre.


lunes, 12 de octubre de 2009

Biografía

Felisberto Hernández nació en Montevideo el 20 de octubre de 1902. Aunque en su autobio-grafía dice haber nacido en el barrio Atahualpa, hay versiones tanto familiares como literarias que suponen su nacimiento en el Cerro. Por error se le inscribió en el Registro Civil como Feliciano Félix Verti, siendo que su bisabuelo materno se llamaba Felisberto. Fue el mayor de los cuatro hijos del matrimonio de Prudencio Hernández, natural de Tenerife (Islas Canarias, España) y de Juana Silva, de la ciudad de Rocha (Uruguay). A los nueve años comienza sus estudios de piano, con Celina Moulié (evocada en El caballo perdido). En 1917 con el grupo scout “Vanguardias de la Patria” cruzó a pie la Cordillera de los Andes, llegando a cuatro mil metros de altura y recorriendo casi quinientos kilómetros. El joven pianista animó, tempranamente, veladas particulares y, a los 16 años, comenzó a trabajar acompañando musicalmente las películas de cine mudo.


El pianista

En 1920 conoce al profesor francés, Clemente Colling, con quien estudiará armonía y composición, para luego impartir clases de piano en el interior del país y en su Conservatorio de la calle Minas (Montevideo).

Trabajó como solista y con una pequeña orquesta en cafés de Montevideo y realizó numerosas giras presentando conciertos por el interior del país, la Argentina y Brasil. Fue compositor, destacándose entre sus obras: Canción de Cuna, Primavera, Negros, Marcha Fúnebre, Crepúsculo.

Se casó en 1925 con la maestra María Isabel Guerra y ese mismo año publicó su primer libro, Fulano de Tal. En 1926 nació en Maldonado, su primera hija, María Isabel (Mabel). Libro sin Tapas apareció en 1929, La cara de Ana en 1930 y La envenenada en 1931. Su interés por la filosofía, la psicología y el arte, lo llevó a integrar el círculo de amigos al que pertenecían Carlos Vaz Ferreira, Alfredo y Esther Cáceres y Joaquín Torres García, entre otros.

En 1935 se divorció de María Isabel Guerra. En 1937 se casó con la pintora Amalia Nieto; Ana María, su segunda hija, nació en 1938. En 1939 estrenó Petruschka de Strawinsky en el Teatro del Pueblo de Buenos Aires, Argentina.


El escritor

Hacia 1940 abandonó definitivamente su carrera de pianista y se dedicó a la literatura. En 1942 publicó Por los tiempos de Clemente Colling y en 1943 El caballo perdido, obteniendo un premio del Ministerio de Instrucción Pública. Ese año se separó de Amalia Nieto.

En 1946 viajó a París con una beca del gobierno francés. La Editorial Sudamericana publicó en 1947, Nadie encendía las lámparas. A fines de ese año, su mentor y amigo, Jules Supervielle, lo presentó en el Pen Club de París y en el anfiteatro Richelieu de La Sorbonne. Apareció en La Licorne, dirigida por Susana Soca, la primera traducción al francés del cuento “El balcón”. En 1948 regresó a Montevideo donde se casó con la española África (María Luisa) de las Heras, de la que se separó en 1950. En Escritura apareció por primera vez Las Hortensias en 1949.

En 1954 se casó con la pedagoga Reina Reyes. En 1955 publicó su “manifiesto estético”: Explicación falsa de mis cuentos en Entregas de La Licorne.

Ingresó de taquígrafo en la Imprenta Nacional; él mismo había inventado un sistema taquigráfico en el que escribió algunos de sus cuentos y el cual, aún, no ha podido ser descifrado. En 1958 se separó de Reina Reyes. En 1960 publicó La casa inundada y ese mismo año comienza su noviazgo con María Dolores Roselló. En 1962 se editó en Milán, Italia, La casa allagata (“La casa inundada”) y salió la primera edición de El cocodrilo, reeditada en 1963. Murió de leucemia aguda, el 13 de enero de 1964. En 1965, se publicó Tierras de la memoria.